El panorama luce muy positivo para los países productores y exportadores de frutas y hortalizas, debido particularmente a la consolidación e incremento de la demanda mundial de esos productos. En lo que respecta a productos del sector ganadero, la demanda internacional continuará creciendo rápidamente, y los países de América Latina, principalmente Brasil, Argentina, Uruguay y en menor escala Colombia y México, continuarán consolidándose como importantes proveedores de alimentos de origen animal, a pesar del desafío que representa desarrollar sistemas ganaderos sostenibles que reduzcan los impactos de la producción animal en el ambiente y en los recursos naturales.
A largo plazo (diez años), un grupo importante de países (ente ellos Chile, Colombia, Guyana, Perú y República Dominicana) ha mostrado crecimientos sostenidos del volumen de la producción y de los ingresos agrícolas reales.
Por otra parte, en países agroexportadores netos de América del Sur (Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay) la producción aumentó, pero los ingresos reales cayeron, debido a que estos países se especializan en la producción de cereales y oleaginosas, cuyos precios internacionales se desplomaron en los últimos tres años. Otro grupo de países (la mayoría del Caribe: Belice, Bahamas, Barbados, Dominica, San Cristóbal y Nieves) presentó tasas negativas de crecimiento de los volúmenes de producción y los ingresos agrícolas reales, provocadas fundamentalmente por sequías, enfermedades y plagas.
De acuerdo con el ITC (2017), las exportaciones de la subregión Sur disminuyeron 10,5 %, como resultado de caídas en las exportaciones agroalimentarias de:
- 21 % en Uruguay, explicada principalmente por las exportaciones de oleaginosas, que descendieron 30,8 %, y las de arroz, que sufrieron una reducción de 29,6 %;
- 17,9 % en Paraguay, también debido a las exportaciones de oleaginosas, que cayeron 31 %. Las disminuciones en las exportaciones de oleaginosas en Uruguay y Paraguay fueron mucho mayores a las sufridas por países como Brasil (9,7 %) y Estados Unidos (20,2 %);
- 0,6 % en Chile, por bajas en las exportaciones de productos de la pesca (20 %) y de las uvas (12 %);
- 10,1 % en Brasil; y
- 8,5 % en Argentina, donde bajaron las exportaciones de tortas de aceite (18 %), maíz (11 %) y soja (22 %).
Debido al peso comercial de la subregión Sur, esta fue la responsable del 93 % de la caída en las exportaciones agroalimentarias de ALC (7,15 % de un total de 7,7 %). Finalmente, las exportaciones de la subregión Norte fueron las que más disminuyeron (12,8 % en promedio), debido a la caída de las exportaciones de Estados Unidos (10,6 %) y de Canadá (27,7 %). En el caso de México, las exportaciones aumentaron 4,4 %, ayudadas por la depreciación significativa del peso.
A largo plazo, se espera que disminuya la tasa de crecimiento de la demanda de granos y oleaginosas de ALC, debido principalmente la reducción de las tasas de crecimiento de la población mundial, de las economías de los mayores demandantes de alimentos y del uso de cultivos para combustible, así como a las políticas de autosuficiencia que pueden llevar a cabo las principales potencias agrícolas. Complementariamente, y debido a la disponibilidad de tierras aptas para incorporar a la agricultura, se prevé que algunos países de ALC incrementarán su participación en la producción y exportación de cultivos en el ámbito mundial, dentro de los cuales sobresalen EE. UU., Canadá, Brasil y Argentina.
En este escenario, la producción y el comercio de cultivos de ALC presentan grandes desafíos que obligan a los países de la región a trabajar en la elaboración de políticas dirigidas a incrementar la productividad, reducir la inequidad a lo interno de las cadenas agroalimentarias y fortalecer la resiliencia y la reducción del impacto ambiental de los sistemas productivos. Estas tres acciones son fundamentales para que la agricultura de la región desarrolle todo su potencial para contribuir a la consecución de los objetivos de la Agenda 2030.
La producción agrícola en ALC ha respondido positivamente a los precios agrícolas reales relativamente altos de los años recientes, pero los ingresos reales agrícolas en varios países se muestran a la baja. Se requiere una mayor diversificación de los productos para atender los nichos de mercado que demandan productos especializados y diferenciados.
Estimaciones de BI Intelligence indican que en el ámbito mundial la instalación de dispositivos IoT en la agricultura pasará de 30 millones en 2015 a 70 millones en 2020, mientras que OnFarm estima que la finca promedio pasará de generar 190 000 puntos de datos en 2014 a 4,1 millones en 2050, lo que permitirá hacer un uso más eficiente de recursos como la energía y el agua.
Frente a la desaceleración del crecimiento de la agricultura es necesario redoblar esfuerzos para aumentar la productividad del sector mediante mayores inversiones en investigación y desarrollo, educación rural, servicios de extensión e infraestructura rural (metas 2.3 y 2.a del objetivo de desarrollo sostenible [ODS].
Fuente: FoodNewsLatam.com
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