Santo Domingo
Miles de dominicanos residentes en diferentes ciudades de Estados Unidos, Europa, América Latina y el Caribe disfrutan al mantener vivas sus costumbres, y al traspasarlas a sus descendientes.
Este disfrute amerita tener a mano, entre otras cosas, cientos de productos propios de República Dominicana, como la yuca cibaeña, el aguacate de Elías Piña, el queso de El Seibo, el casabe de Monción, la yautía coco de Azua o el ajo de Constanza.
Los productos que conforman el reglón del llamado “mercado nostálgico” son cada vez más requeridos, y representan una gran oportunidad de crecimiento para las pequeñas y medianas agroempresas locales.
“Un dominicano que vive en Nueva York da lo que no tiene por comerse un mango banilejo” Osmar Benítez, vicepresidente de la Junta Agroempresarial Dominicana.
Las cifras oficiales indican que las exportaciones agropecuarias, solamente en el primer trimestre del pasado año, generaron US$64.6 millones, para un incremento del 26.5% si se comparan con el mismo período del 2009.
Esta mejoría es atribuida con diferentes argumentos a las ventas de la nostalgia.
“La agricultura étnica o nostálgica tiene una demanda creciente, porque resulta de la transmisión de las costumbres culinarias de los ciudadanos ausentes.
Los dominicanos que viven en las grandes ciudades del mundo, en medio del desarrollo, quieren comer lo que comían en su país de origen”, afirma Osmar Benítez, vicepresidente ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD).
Benítez, al referirse a la importancia y la oportunidad presentes en la demanda de la diáspora, señala que sólo en New York los dominicanos residentes gastan más de US$8 mil 400 millones en alimentos, originarios de distintos puntos del mundo, pero que podrían ser producidos en el territorio nacional.
“Allá te dan un dólar por una naranja agria, y una mata de naranja produce más de 400 frutas. ¿Te imaginas una empresa dedicada a la exportación de naranjas? Un éxito”, resalta el representante del organismo sectorial.
Oportunidad
La JAD entiende que el mercado nostálgico aún no es aprovechado en toda su extensión por los productores criollos ni por las autoridades.
Hace falta, considera, crear planes de descripción de los nichos y de producción con respuesta a la demanda identificada.
Por la limitada repuesta de las exportaciones de su país de origen, dominicanos que viven Estados Unidos compran queso blanco de El Salvador, plátano de Colombia, guandules de Ecuador y yuca de Costa Rica, cuando “nuestros campos” tienen toda la capacidad de atender esas necesidades.
“Un dominicano que viva fuera daría lo que no tiene para comerse un jugoso mango banilejo. Se lo aseguro”, cierra Benítez, con la intención de sembrar motivación en los empresarios del agro. La necesidad de crédito, y el incremento de los programas de extensión del Ministerio de Agricultura estarían entre los temas a solucionar con el inicio de una política de incremento de las exportaciones nostálgicas.
Los productores tienen que tener pendiente, además de las inversiones necesarias, los niveles de calidad requeridos por las autoridades de los países destinos.
En los últimos seis años las exportaciones agropecuarias han tomado una relevancia que pocos esperaban.
PROPUESTA DE REFORMA DEL SECTOR
El sector agroempresarial dominicano trabaja hace más de 20 años en una propuesta de reforma de la producción agrícola nacional.
La JAD, según explica Osmar Benítez, maneja un plan que da importancia prioritaria a tres ejes importantes: la agricultura orgánica, la agricultura enfocada al sector farmacéutico, la agricultura para el turismo y la agricultura del mercado nostálgico.
La idea es reconocer dónde está centrada la demanda, definirla, y comenzar la producción a partir de ese levantamiento.
A finales del 2010, la Asociación de Propietarios de Supermercados de New York realizó un encuentro anual en la ciudad estadounidense, en el que fue resaltada la importancia de la diáspora para desarrollar y mantener nuevos modelos de producción agropecuaria en la República Dominicana.
Europa y Estados Unidos se han convertido en los espacios de venta de el creciente sector de los invernaderos. Los vegetales y frutos de los campos del Cibao a veces no son suficientes para suplir los pedidos.
Fuente: Listín Diario
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